Ruta por Aragón: De los Pirineos a Albarracín con Parada en Alcañiz

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Hola, soy Cristina, una apasionada de los viajes, los pueblos con historia y las rutas donde el GPS se equivoca, pero el corazón acierta. No soy influencer ni experta en turismo; solo alguien que disfruta descubriendo lugares sin prisas, con los ojos bien abiertos y la mochila medio vacía, por si hay algo que traer de vuelta.

Hace poco decidí hacer una escapada por Aragón. No tenía un plan cerrado, solo una vaga idea: conocer a fondo esa parte de España que muchos pasan por alto, pero que guarda en silencio castillos, paisajes que te dejan sin palabras, pueblos donde el tiempo camina más lento… y sí, también tapas que merecen un aplauso.

Este blog es el diario de ese viaje. Una ruta de siete días que me llevó desde las orillas del Ebro en Zaragoza hasta los montes rojizos de Albarracín, pasando por lugares tan únicos como el Parque Nacional de Ordesa o el sorprendente Alcañiz, donde descubrí que a veces lo más especial está lejos de las rutas más transitadas.

¿Te vienes conmigo?


🗓️ Día 1: Zaragoza, corazón del Ebro

Comencé mi viaje en Zaragoza. Solo bajarme del tren ya sentí esa mezcla de ciudad grande con alma cercana. La Basílica del Pilar, imponente, fue mi primer destino. Subí a una de las torres para ver el atardecer dorando los tejados y reflejándose en el río.

Después, me perdí por el Casco Viejo, me topé con la Catedral de la Seo, restos romanos en pleno centro y mucha vida callejera. La noche la pasé tapeando por El Tubo, donde probé desde huevos rotos con longaniza hasta unas delicias de borraja con jamón que no sabía ni que existían.


🌲 Día 2: Huesca y el alma del Pirineo

Rumbo al norte, pasé por Huesca capital y luego me dirigí a uno de los sitios más impactantes de la región: el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Hice una ruta moderada hasta la Cola de Caballo, atravesando bosques que parecían sacados de una película de fantasía.

Esa noche dormí en Torla, un pueblo precioso, muy de montaña, con casas de piedra y calles empedradas. Cena sencilla: migas con huevo y una copa de vino del Somontano. Más feliz que una niña en excursión.


🏞️ Día 3: Aínsa y el Sobrarbe medieval

Antes de abandonar los Pirineos, hice una parada en Aínsa, uno de esos pueblos que te hacen querer quedarte a vivir. Su plaza mayor es de postal, y desde el castillo hay unas vistas alucinantes. Paseé por sus callecitas sin prisa, tomé un café con hielo mirando al monte y sentí una paz total.


🏜️ Día 4: De los Mallos de Riglos a Alcañiz – Cambio de paisaje total

En mi camino hacia el sur, paré en los Mallos de Riglos, unas formaciones rocosas gigantescas que son el paraíso de los escaladores. Solo verlos ya impresiona.

Luego, cambié completamente de escenario al llegar al Bajo Aragón. Mi destino: Alcañiz. Esta ciudad, muchas veces olvidada por el turismo clásico, fue una grata sorpresa. Su castillo-parador domina la ciudad desde una colina y tiene frescos góticos escondidos que me dejaron boquiabierto. Las vistas desde allí al atardecer… mágicas.

Paseé por la plaza de España, con sus soportales y su aire medieval, y cené en una terraza con productos locales: jamón de Teruel, aceite de oliva de la zona y ternasco al horno con patatas panaderas.


🚗 Día 5: Ruta por el Matarraña, la «Toscana aragonesa»

Desde Alcañiz, emprendí ruta hacia el oeste para explorar una de las comarcas más bonitas y menos conocidas de España: el Matarraña.

Paradas clave:

  • Valderrobres, con su castillo y puente de piedra.

  • Calaceite, lleno de arte, galerías y calles empedradas.

  • Beceite, puerta de entrada a la Pesquera, donde puedes darte un baño en pozas de agua cristalina.

Fue un día de slow travel, de disfrutar del paisaje, de saborear el aceite del terreno, de hablar con la gente. Y eso no tiene precio.


🕌 Día 6: Teruel y Albarracín – Amor e historia

Siguiente destino: Teruel, la ciudad del mudéjar y los amantes. Me encantó visitar el mausoleo de Diego e Isabel, y me quedé embobada con las torres mudéjares decoradas con cerámica verde y blanca.

Y como no podía faltar, hice una excursión a Albarracín, un pueblo de película, colgado en la roca, con casas rosadas y callejones imposibles. La subida a la muralla merece la pena solo por las vistas.


🌅 Día 7: De regreso a Zaragoza con el corazón lleno

El último día lo pasé tranquilamente volviendo a Zaragoza. Una última caminata por el Ebro, un vermut en una terraza soleada y la sensación de haber descubierto un Aragón mucho más rico, variado y emocionante de lo que imaginaba.


🍷Consejos prácticos

  • Mejor época: primavera (abril-junio) y otoño (septiembre-octubre).

  • Cómo moverse: alquilar coche es lo más práctico si quieres explorar bien la comunidad.

  • Comidas típicas que debes probar: ternasco, migas, borraja, jamón de Teruel, longaniza de Graus, y los vinos de Cariñena o Somontano.

  • Qué llevar: Ropa para climas variados, calzado cómodo para senderismo, y cámara o móvil con mucha memoria… vas a hacer muchas fotos.

Este viaje me recordó que no hace falta irse muy lejos para sentir que uno está descubriendo algo nuevo. Que hay lugares —como los de esta tierra noble y diversa— que se revelan solo cuando decides mirar más allá del mapa.

Y como soy de Alcañiz, fue un honor ver mi propio rincón del mundo desde una nueva perspectiva, redescubriéndolo con los ojos de quien no tiene prisa. Alcañiz, mi casa, siempre será el lugar que me acoge con sus callejones y ese castillo que domina la ciudad como un guardián silencioso.

Si tú también buscas paisajes que hablen en silencio, pueblos que abracen con piedra y tiempo, o simplemente una ruta donde el alma pueda respirar… Aragón te espera.

Yo ya he dejado parte de la mía entre sus montañas, sus plazas y sus caminos sin nombre.

Gracias por acompañarme.
Nos vemos en la próxima escapada.

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